sábado, julio 24, 2010

El cazador de mitos y el destructor de ilusiones




Situación 1:

Imagine el lector la siguiente situación: Unos jóvenes e inexpertos padres acuden felices e ilusionados, con su hijo Néstor, de siete años, a entregar una carta a los Reyes Magos de Oriente. Néstor apenas puede contener la emoción cuando frente a él y detrás de una larguísima fila de niños, vislumbra el brillo de las coronas, el dorado de los tronos, el blanco de las canas de tan honorables majestades.

Ambiente navideño, villancicos de fondo y unas bellas y dulces pajes que acompañan al niño a entregar en mano la lista de regalos que espera obtener por haber sido bueno y responsable durante todo el año. Por fin llega la merecida recompensa. Es el momento de conversar con Melchor (que es “su rey”). Se sienta sobre su regazo y antes de que le de tiempo a decir nada, este afable abuelete le propina una súbita cachetada en la mejilla y le espeta: “Eres tonto. Todo esto es una mentira. Los Reyes Magos no existen. Yo solo soy un “actor” al que pagan por hacer su papel. No pierdas el tiempo y no me lo hagas perder a mi”.

No es necesario que invite al lector a ponerse en la piel del pobre niño que, abatido, se retira donde sus padres sin consuelo alguno. Da igual que le traigan lo que ha pedido… todo es mentira, o mejor dicho, todo es “diferente” a como él lo imaginaba. Dura confrontación con la realidad.

Situación 2:

Intente imaginar ahora la siguiente situación: Un paciente (padeciente), Néstor, acude al “especialista” (no me refiero a Stallone) acompañado de una interminable batería de resultados de pruebas diagnósticas, para ver si puede ayudarle (por fin) con su problema. Un dolor (insufrible en determinados momentos), de demasiado tiempo de evolución, que se ha ido agravando con el tiempo, que ha estado tratando casi desde el principio con medicación (que apenas ha ayudado a mitigar la sintomatología). El paciente además ha recibido fisioterapia, chi kung, acupuntura, quiropraxia. Le han masajeado, “enchufado”, frotado, pinchado y crujido. Ha tomado pastillas de todas las formas y colores. Ampollas bebibles e inyectables. Ha consultado médicos de cabecera, traumatólogos, reumatólogos, neurólogos y psicólogos. Ha comentado con compañeros de trabajo y vecinos, y pese a que nadie es capaz de encontrar la solución, no pierde la esperanza en que alguien por fin de con la tecla mágica que resuelva el enigma.

Néstor entra temeroso en la consulta del especialista que, afable, le pide que se siente y le relate con calma el motivo de la consulta. Tras una minuciosa exposición, el terapeuta comienza su discurso: “Empecemos por el material que aporta. No me dice nada. Tiene usted hernias, ¿y quién no? Desgaste ¿qué esperaba? Envejecemos, es algo natural. No lo tome como algo malo. Sus imágenes son como deberían ser. No hay ninguna alteración digna de mención…”

“¡Zas! ¡En toda la boca!. ¿Cómo que no hay alteración digna de mención si tengo más teclas que un piano? Reducción del espacio foraminosequé con prolapsos Duracell y artrosis, ¡ARTROSIS! de las facetas cuchufletas… ¡cómo puede decir que no hay nada!”
Y pasa lo mismo que en la primera situación. Dura confrontación con la realidad, porque la realidad del paciente (padeciente) y la del terapeuta son “diferentes”.
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Yo mismo, no hace demasiado tiempo, empecé a vivir una confrontación con esa realidad “diferente”. No sabía nada sobre el dolor (más allá del modelo de Descartes). Todo era demasiado nuevo y la situación me superaba. ¿Cómo puede un humilde fisioterapeuta tratar un paciente con dolor regional complejo, miembro fantasma o fibromialgia? ¿Por qué la patología de larga evolución no mejora con el mismo tratamiento en distintos pacientes?

De hecho, asaltaba con mis dudas a compañeros y maestros (especialmente océano-mar y Arturo Goicoechea) ¿Era nuestro campo el del dolor crónico? Creo que parcelar la “salud” es equiparable a parcelar el océano. El agua no deja de fluir y en el cuerpo existe una conexión entre todos los circuitos. Trabajar con piezas es útil para los “Lego”, pero es más difícil cuando hablamos de individuos

El campo del dolor es un campo de todos. A todos nos debe interesar por igual y debemos conocer las posibilidades y también las “limitaciones”. Posiblemente una de las más importantes, es que “Néstor” es “inocente” y la información que le damos puede suponer un choque frontal con sus creencias e ideas. La pedagogía del dolor se plantea como fundamental a la hora de abordar un cuadro doloroso, pero debemos ser conscientes de con quien estamos hablando, qué estamos sugiriendo, qué impacto tienen nuestras palabras sobre dicha persona, si nos sigue, si no quiere seguirnos…
Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Ciego es aquel que no puede ver, bien sea porque su sistema visual no funciona correctamente o porque el área que procesa la información visual en el cerebro no funciona correctamente. Sea cual sea la alteración, el resultado es la ausencia de visión (consciente al menos). No se trata solo de no querer ver, se trata no de saber, y poner un flexo en la cara a modo de interrogatorio lo único que puede propiciar es que el sujeto se sienta incómodo o incluso atacado. ¡Intentan desmoronar mis principios!

A veces escucho a compañeros cansados de pelear, que han intentado por todos los medios llegar a conectar con ese paciente que no quiere escuchar, que no esta dispuesto a cambiar sus ideas preconcebidas sobre cómo funciona su cuerpo por las del “supuesto experto”. “¡¿Qué sabrá él sobre mi?!”. Leo “post” de enfado, de abatimiento… “pacientes ignorantes”…

Simplemente intentar animaros. El camino es largo y difícil pero muchas veces, tras mucho caminar, uno encuentra lo que busca. No siempre sucede pero vale la pena intentarlo, porque ayudar a alguien con su sufrimiento es algo que realmente no tiene precio. Nosotros, gente de vocación, luchamos cada día por ello. No bajéis la guardia, no desistáis, tened en cuenta a la persona que tenéis delante y empatizar, poneos en su lugar, recordad lo poco que os gustó saber que no existían los “Reyes Magos”, o al menos no como nosotros imaginábamos. Evitad la confrontación y fluid.

Un fuerte abrazo.