En el país de los ciegos...
Cada persona es un mundo. Por extensión podríamos considerar a cada profesional como un planeta. Del mismo modo que las creencias y opiniones nos influyen a la hora de tomar decisiones, nuestro cerebro se ve influenciado igualmente a la hora de interpretar el mundo (de fuera y de dentro).
Esto mismo es interpretable tanto para el paciente como para el terapeuta. Si bien nuestras experiencias previas, nuestras creencias, nuestras actitudes nos hacen afrontar de una determinada forma un problema, como profesionales, esto mismo nos influye a la hora de abordarlo.
Nuestra experiencia depende de nuestros conocimientos previos. No podemos reconocer algo que desconocemos y para muestra un botón:
EXPERIMENTO
Si a la hora de abordar el problema X de un paciente Y estamos pendientes de lo que queremos encontrar (el número de pases en este caso), perdemos de vista muchos datos objetivos que pueden ayudarnos. Y esto en sí mismo es un problema. Si llevamos unas gafas con cristales verdes, el mundo aparece tintado del mismo color. Si las portamos rosas, el mundo es más rosáceo que verdoso.
Nuestras decisiones se ven claramente influenciadas por conocimientos, experiencias, etc. Si queremos ver a través de unas gafas concretas, no vamos a poder apreciar el mundo con su colorido original. Parte de nuestra formación consiste en la especialización. Intentamos saber mucho de una temática concreta (por aquello de “aprendiz de mucho, maestro de nada”). Nos ponemos unas gafas para ver las cosas de una determinada forma. Y luego es muy difícil reconocer el mundo sin ellas.
Es curiosos que cuando estudié neurodinámica, me encontré con un montón de casos en consulta que tenían este tipo de problemas. Ante esto surgen tres hipótesis:
La primera: que antes había tenido pocos casos y ahora, casualmente, estaba viniendo a consulta mucha gente con afecciones de este tipo, obteniendo buenos resultados.
La segunda: que antes había tenido el mismo número de casos, pero al no saber abordarlos, tomaba en cuenta otros datos y realizaba otros tratamientos, con buenos resultados.
La tercera: que después de estudiar neurodinámica, “buscaba” más la implicación de este “sistema” y, al final, la encontraba.
Creo que somos muy dados a llevar gafas. Los cristales de las mismas en mayor o menor medida distorsionan lo que tenemos enfrente. Debemos ser capaces de tener suficiente criterio como para considerar aquello para lo que hemos sido entrenados, sin apartarnos de los colores reales que nos ofrece nuestro mundo: el paciente.
¿Y tú, qué gafas llevas?
5 comentarios:
Pues sí, las gafas son un problema y, es cierto, el paciente es el que nos puede servir de referencia de la realidad si nos quitamos previamente los tapones de los oídos y le escuchamos.
El problema se complica algo porque también el paciente lleva gafas y tapones en los oídos.
Tienes toda la razón. Eso precisamente hace difícil e interesante el cuentro. Si además tenemos en cuenta que diferimos a la hora de entender el mundo, nuestros registros son distintos... el que lleguemos a entendernos es ocasiones verdaderamente difícil.
Por cierto, ya tengo tus libros. Muchísimas gracias. Es todo un placer aprender de tu puño y letra. Practicamente he devorado (en una primera lectura, me quedan 300 más) los esquemas en dolor neuropático.
Espero poder algún día devolverte el regalo.
Un saludo.
Pero apasionante...
Apasionante y difícil... A veces es el paciente el que nos quita las gafas, nunca se sabe.
Yo cuando hago algún curso me pongo las gafas unos días y luego procuro quitármelas.
Pues te envidio. Para empezar soy miope. Llevo gafas o lentillas. Cuando hago un curso intento dejarlas en casa, pero sin ellas no veo. Soy fisioterapeuta y me han educado con tal. Sin mis gafas voy ciego. Intento ser consciente que el mundo no es tal y como yo lo veo. El mundo que yo veo parte de lo que mis ojos, a través de mis gafas, envían a mi cerebro (a través de mis "filtros": creencias, expectativas, actitudes...).
En tiendo que del mismo modo, cuando me ""enfrento"" a un paciente, sin gafas no veo. Pero intento por medio de un proceso consciente, recordarme a mi mismo que del mismo modo que el mapa no es el territorio, lo que veo no es lo que hay. Muchas veces lo que veo es lo que quiero ver.
Creo que es necesario ese aprendizaje consciente a la hora de llevar las gafas, porque de verdad, a día de hoy, no puedo vivir sin ellas.
Acabaré operándome...(¿incorporando un nuevo modelo interpretativo a la hora de entender la fisioterapia?).
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