miércoles, septiembre 15, 2010

Memoria del dolor y principios básicos


Hace poco un colega me contó una "historia curiosa" que había vivido con un paciente suyo. Llevaba varios meses con intenso dolor en la rodilla derecha. Hace ya varios años tuvo una lesión previa en esa rodilla, diagnosticada como "esguince de rodilla" y el traumatólogo le prohibió hacer actividad física, por lo que estuvo mucho tiempo en reposo hasta que años después volvió a hacer deporte con normalidad. Actualmente juega al baloncesto.

El caso es que el hermano de su paciente, que entrenan con él, sufre un giro brusco en la rodilla y le diagnostican "esguince de rodilla". Pues bien, su paciente comienza a tener también dolor cuando acaba de entrenar.

Es como la historia esa “del pez araña” me dice. Ha desarrollado un dolor como respuesta defensiva de algo que considera amenazante. Años atrás tuvo un episodio traumático y hoy su cerebro temeroso de la necrosis del tejido prevé dicho suceso advirtiéndole del peligro de la situación.

Estuvo explicándole con todo lujo de detalles la pedagogía del dolor. La diferencia entre dolor y daño, el proceso evaluativo tras la respuesta dolorosa, los filtros por los que pasa la información… y le prescribió un trabajo de readaptación funcional donde tenía que hacer actividades de baja carga con ejercicios de “distracción”.

Después de cinco sesiones de fisioterapia no hay una mejora en el cuadro de dolor por lo que el paciente, angustiado le pregunta a mi colega si no puede ser que tenga algo “roto” o “dañado”. Mi colega vuelve a explicarle nociones sobre el cuerpo virtual, el daño imaginado… pero su paciente no esta muy satisfecho con la explicación que recibe, motivo por el cual pide cita con su traumatólogo que inmediatamente le pide una RMN.

“Hay gente que no quiere curarse…”. “Si el paciente no pone de su parte no hay absolutamente nada que yo pueda hacer”. “Yo puedo mostrarle el camino, pero es usted quien tiene que andarlo”.

Resumen del informe del radiólogo: Rotura del ligamento cruzado anterior.

Para bien o para mal, no es oro todo lo que reluce. Siempre he dado vueltas a la misma temática (el problema de repetir tanto la misma cantinela es que tenemos altas probabilidades de “rallarnos”), es fundamental conocer e integrar todo el conocimiento en el campo de la neurociencia, la pedagogía del dolor, el rol fundamental del cerebro (no solo en el campo del dolor, esencial en el de las disfunciones del movimiento, sin él, como bien dice Edu, los músculos no son más que un filetón de carne), sin perder el norte.

Hay cosas que deben ser básicas como el uso del lenguaje en consulta, evitar crear miedos infundados e innecesarios, tener en cuenta el componente biopsicosocial, pero también la valoración del paciente objetivamente, sin ideas preconcebidas, sin juicios previos… el problema de llevar un martillo en la mano es que todo lo que vemos son clavos. Después de realizar una formación como puede ser “neurodinámica” vemos muchísimos pacientes con lesiones neurodinámicas inmediatamente después en consulta. “¡Qué casualidad!”.

Es fundamental una buena exploración, clasificar el comportamiento de la sintomatología del paciente como mecánico o no mecánico, buscar banderas amarillas, banderas rojas, factores conctribuyentes… integrando todos nuestros conocimientos, pero sin querer buscar algo concreto. Hay muchas causas de dolor en la rodilla. La memoria del dolor puede ser una de ellas pero, ¿hemos valorado antes la rodilla, la cadera, la zona lumbar, musculatura, componente neural? ¿o empezamos directamente con el daño imaginado sin tratar ningún otro componente que pudiera producir una respuesta dolorosa?