martes, mayo 25, 2010

"Soy una persona con una hernia y tres protusiones"



No es el encabezado de mi currículum. Esta célebre frase pertenece a una paciente que llamó a mi consulta para pedir cita y comenzó la conversación con dicha presentación. Me hubiera gustado verme desde fuera, observar mi cara, que seguro fue de sorpresa. Curiosa forma de describirse. O mejor, curiosa forma de "entenderse".

Nunca me han hecho presentarme en diez palabras, pero seguro que mi estado de salud no entraría dentro de la descripción. "Hola, soy un enfermo de Chron". Me recuerda a la película de "El club de la lucha": "Soy el cólon de Jack".

¿Tanto condiciona una etiqueta? ¿Tanto nos limita, nos afecta? Sentirse enfermo es un problema. Lo es porque realmente ayudamos al "programa enfermedad" para que cumpla su cometido: defendernos. Si no estamos en condiciones de salir a la calle, de trabajar, de realizar las tareas diarias, porque eso puede suponer una "verdadera" amenaza para aquello a lo que tanto tememos, entonces la misión de nuestro siempre prevacido cerebro va a ser la de activar todas las alarmas y dejarnos "fuera de combate". ¿Quién ha tenido una gripe común, con mucha fiebre, y ha tenido ganas de trabajar (o de salir, o de practicar deporte...)?

"Yo soy yo". No soy un enfermo. Me han diagnosticado una enfermedad que en algún momento puntual me hace la puñeta y con la que intento colaborar lo menos posible. No suelo contribuir con aquello con lo que no estoy de acuerdo. ¿Por qué iba a hacer una excepción con esto?

"Su dolor no tiene por qué tener una relación directa con la imagen que me enseña". "El hecho de que en una resonancia aparezcan tres protusiones discales no nos dice realmente nada". "¿Estaban esas protusiones antes de su episodio "esporádico" de dolor?". "¿Han dejado de estar después de que ese dolor "puntual" desapareciera?

"Yo soy yo y mis circunstancias". Todo lo que interacciona conmigo tiene una repercusión en mi, más o menos importante en función, entre otras cosas, de lo relevante que para mi sean. No es lo mismo un corte en un dedo para un fontanero en plena faena que para un violinista profesional antes de una importante prueba.

"Perdone, ¿cómo se llama?"