lunes, enero 09, 2012

ROL DEL ENFERMO (O PONTE TÚ EN MI LUGAR)


Siguiendo la línea de la entrada del otro día, el jueves pasé mi único día de “permiso” (vacaciones) en la sala de espera de urgencias del hospital. Y digo pasé el día porque transcurrieron 7 horas desde que entré hasta que salí de allí. Tuve tiempo para leer y tiempo para meditar. Volví al tema de la indefensión. ¿Por qué uno se siente así cuando enferma? ¿Por qué nos hacemos tan pequeños?

Lo cierto es que lo desconocido asusta. Cuando suena la alarma aparece una actitud defensiva. La sangre es muy alarmante. La sangre de uno mismo, mucho más. Al parecer tuve un sangrado intestinal. Todas mis alarmas se encendieron no por lo que estaba sucediendo si no por lo que iba a suceder: “si no se corta tendrán que medicarme. Los corticoides me alteran el sueño, estoy más irascible, se me hincha mucho la cara... además mi ritmo de entrenamientos tendría que cambiar. ¡No puedo ir a la carrera del fin de semana, supuesto objetivo del entrenamiento que comencé en marzo!...” y claro, la cabeza va muy rápida. Ahora a llamar al equipo de digestivo que me lleva y a seguir el procedimiento: “a urgencias”.

Primero pasé por una enfermera bastante cansada que me tomó la tensión, temperatura y me sometió a unas preguntas sencillas. A la sala de espera. Primera visita con la doctora. Analítica y placa. A la sala de espera. Me realizan ambas pruebas. A la sala de espera. Segunda visita con la doctora. Más pruebas. A la sala de espera hasta que baje la de digestivo. Entro con ella y me repite alguna de las pruebas que me han realizado ya anteriormente. A la sala de espera a que hable con la primera doctora y hagan la pauta de tratamiento. Sala de espera. No me llaman. Siguen sin llamarme. ¡Ups! Se les ha olvidado que ya han procesado el alta y ya no aparezco en el ordenador. Me dan la hoja y ya puedo irme (hasta que mañana vaya a que me vean en mi servicio).

La conclusión, a la espera de que me vea “mi doctora”, es que no se trata de un brote inflamatorio y por tanto no preciso medicación. Respiro con tranquilidad pero con cierta desconfianza puesto que todavía no esta cantada la victoria. Y eso me demuestra que mi cabeza ha ido demasiado deprisa. Y yo soy consciente de lo que me sucede. Tengo nociones de cómo me afecta “mi enfermedad”. No soy muy alarmista porque no me afecta apenas en mi vida. Pero cuando lo hace, cuando tengo un “episodio”, lo cierto es que me limita mucho, especialmente el dolor, que me dificulta levantarme de la cama.

El dolor es horrible. Soy consciente de su importancia. Tengo bastante claro su mecanismo de acción, entiendo cómo se modula, pero cuando acucia es exasperante. Como terapeuta intento ponerme en la piel del paciente que acude a mi consulta. Intento entenderle y respeto siempre su historia y la forma en que la vive. Es muy fácil dar consejos desde fuera. Torear desde la barrera esta chupado. El problema viene cuando uno se planta delante del toro.

Cada vez más veo gente con patología de larga evolución, muchas asociadas por su facultativo a procesos de sensibilización central y en muchos casos con una grandísima batería de pruebas que descartan la implicación de factores anátomo-patológicos. Es decir, patología aparentemente no asociada a daño tisular (de la que habla Arturo), en la cual sí existen alteraciones del movimiento pero no un “comportamiento mecánico”. Me hablan de sus dificultades para poder afrontar el día a día. De cómo una tarea sencilla se convierte en muy complicada. De las limitaciones que sufren en su calidad de vida a consecuencia del dolor. Y entiendo que es desolador.

Conozco a muchos compañeros que critican a ese tipo de pacientes como “simuladores, exageradores o gente que busca llamar la atención”. Es curioso que no opinen del mismo modo de quien tiene una alergia alimentaria. Pero lo cierto es que un paciente, un padeciente, un enfermo, es una persona que sufre. Y la búsqueda de una abolición del dolor, de un diagnóstico, de una posibilidad de tratamiento pasa por un proceso de indefensión mayor o menor en el cual pones tu confianza y tu salud en las manos de otro.

Además de nuestra obligación como profesionales respecto al trato con el paciente, hemos de ser consciente la situación por la que pasa aquel que viene a visitarnos. Hoy por hoy no hay demasiada gente con ganas de perder tiempo y dinero en algo imaginario. Quien acude a consulta lo hace porque tiene algo que le empuja a buscar remedio y es importante que sepamos entender su situación a la hora de plantear y dosificar el tratamiento.

6 comentarios:

Blogger Clínica de Fisioterapia Prazer ha dicho...

Muy buena reflexión. En el blog de la Sefid, estan hablando de pedagogía (nuestra con el paciente), pero cuanta nos hace falta recibir a nosotros (ya no sólo fisios, sanitarios) sobre dolor, por ejemplo para no caer, en el comentario fácil, o en la desatención/malatención (categorias de atención?) del paciente/cliente?

7:31 p. m.  
Blogger Rubén Tovar ha dicho...

Espero que solo haya sido una falsa alarma y puedas correr sin problema. Hasta el más ducho en el conocimiento del dolor se hace pequeño cuando siente alterada su salud , lo que supongo viene a confirmar el objetivo de la percepción dolorosa.

Me parece muy valiente y de agradecer las reflexiones que el protagonista de este diario de un fisioterapeuta nos invita a leer, reales como la vida misma.

Cuídate crack. Un abrazo

1:03 a. m.  
Blogger Unknown ha dicho...

Espero que te recuperes pronto y que no sea grave.

Durante 4 años hice guardias en urgencias, uno de ellos de puerta. Recuerdo que con una espera de 5 horas la gente te gritaba de todo. "contraten a más médicos" "no paren para cenar". Es una experiencia bastante dura estar allí 24 horas al otro lado.

Recuerdo el día que vino la madre de una compañera y se murió allí mismo en paradas con su hija de guardia y la gente gritando que la habíamos colado porque era la madre de un médico y éramos unos sinvergüenzas.

Familiares de profesionales de urgencias que ingresan por urgencias hubo a montones, y muy graves.

En mi examen de neurocirugía, que fué oral, el examinador me preguntó qué haría con una paciente con metástasis cerebrales de un tipo de tumor concreto en una localización concreta. Todos sabíamos que su mujer había fallecido un mes antes por esa misma patología que nos había explicado él el clase.

No fúe la única vez, el profesor de bioquímica que nos contaba el cáncer tenía uno que acabó por matarlo al año siguiente.

Los relatos de estos compañeros, desde la comprensión de su enfermedad y siendo tratados en la Sanidad Pública por sus propios compañeros (y aveces sus alumnos) era especialmente emotiva. Ha habido algunos médicos que han cambiado hospitales enteros de planificación tras haber pasado por ellos como pacientes. Y también fisioteraputas. Es famoso cómo Meziers (bueno, en realidad no era fisioterapeuta) cambió su método tras ser sometida a él.

Buena entrada y lo dicho: espero que te recuperes y que no sea nada.

9:20 a. m.  
Blogger Arturo Goicoechea ha dicho...

He tenido la misma vivencia en el curso de un proceso gripal con bastante dolor generalizado. Me acordé de las pacientes con fibromialgia. Escribí una entrada en el blog que acababa con un ¡pobre gente!

El haber sido bastante hipocondríaco hace años, con varios síndromes que entonces no comprendía, con mareo crónico, alguna migraña disociada, cérvicobraquialgia, lumbalgia crónica recidivante después de haber sido operado de hernia discal etc me ayudó a buscar soluciones, para mí y para los pacientes.

Creo que esto me ha ayudado a comprenderles aunque no siempre se avienen a reconocerlo.

Hice muchas guardias en Barcelona (San Pablo y Bellvitge) con problemas de disponibilidad de camas, con los pasillos llenos de camillas en las que "vivían" pacientes con patologías graves en espera de que se librara alguna cama en la Planta...

Afortunadamente en el Hospital de Vitoria disponíamos de camas suficientes. Era otro mundo. Ahora ya ha cambiado todo... a peor. Analíticas y radiografías innecesarias, esperas y más esperas...

Lo bueno de la jubilación es que abandonas ese mundo de las carencias, de la mala organización... de la indefensión.

Espero que no sea nada y te repongas para la brega.

2:39 p. m.  
Blogger Arturo Goicoechea ha dicho...

He tenido la misma vivencia en el curso de un proceso gripal con bastante dolor generalizado. Me acordé de las pacientes con fibromialgia. Escribí una entrada en el blog que acababa con un ¡pobre gente!

El haber sido bastante hipocondríaco hace años, con varios síndromes que entonces no comprendía, con mareo crónico, alguna migraña disociada, cérvicobraquialgia, lumbalgia crónica recidivante después de haber sido operado de hernia discal etc me ayudó a buscar soluciones, para mí y para los pacientes.

Creo que esto me ha ayudado a comprenderles aunque no siempre se avienen a reconocerlo.

Hice muchas guardias en Barcelona (San Pablo y Bellvitge) con problemas de disponibilidad de camas, con los pasillos llenos de camillas en las que "vivían" pacientes con patologías graves en espera de que se librara alguna cama en la Planta...

Afortunadamente en el Hospital de Vitoria disponíamos de camas suficientes. Era otro mundo. Ahora ya ha cambiado todo... a peor. Analíticas y radiografías innecesarias, esperas y más esperas...

Lo bueno de la jubilación es que abandonas ese mundo de las carencias, de la mala organización... de la indefensión.

Espero que no sea nada y te repongas para la brega.

2:40 p. m.  
Blogger Carlos ha dicho...

Creo que ya te lo había contado en persona, pero parece que los fisios con el estómago regular teníamos descuento en la matrícula.

Te diría ponte bueno, pero ya se que estás estupendo.

Sigue así, crack.

Carlos.

9:48 p. m.  

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